Fibra, macrobiota intestinal, aumento de las defensas del
organismo, prevención de cáncer…. Y
luego cosas que nos asombran y que pueden repeler en principio, transferir
heces fecales.
Si leemos distintos artículos que nos hablan de estos temas,
podemos resumirlos en algo que nos dicen desde pequeños nuestros padres y profesores: hay
que comer de todo, variado y en las cantidades adecuadas dependiendo de la
edad, sexo y actividad física : frutas, verduras, cereales, legumbres, carnes y
pescados, derivados lácteos…
Cada vez, día, minuto, los científicos saben más sobre los
mecanismos de funcionamiento de los distintos nutrientes (componentes de los
alimentos que nos proporcionan la materia y la energía que necesitamos para
vivir sanos) y nos sorprenden, siempre, con algunos remedios de última
generación. A mí lo de transferir heces fecales de personas sanas a enfermas me
deja… patidifusa. Cierto es que muchas otras formas de curar son sorprendentes:
un bypass, una operación de cataratas, la diálisis…, pero si me lo dicen sin
haber leído artículos sobre el tema puedo asegurar que me hubiera reído del
tweet o la noticia que asegurara esta forma de mejorar la salud.
Pero una cosa lleva a otra, y de nuevo el mundo de los
microorganismos se abre a mis ojos como un mundo alucinante, lleno de
posibilidades, capaz de lo mejor y de lo peor para los seres humanos ( Y de
repente me doy cuenta de que es una frase aplicable a los seres humanos). Son capaces
de producirnos pandemias, epidemias, endemias, muertes aisladas o en masa. Y también
nos ayudan a vivir sanos.
En nuestro intestino albergamos una gran cantidad de ellos, que nos
ayudan a formar y mantener nuestros sistemas de defensa en buenas condiciones,
nos fabrican vitaminas o intervienen en mantener a raya enfermedades como la
diabetes o hipercolesterolemia, y últimos estudios también las hacen partícipes
de la lucha contra enfermedades nerurodegenerativas como el Alzheimer o la
depresión.
De forma que vamos a alimentarnos de forma adecuada, tomando
fibra procedente de fuentes variadas, y así las alimentaremos y nos seguirán
ayudando a mantener nuestro precario y precioso equilibrio, que es la vida.
Imagen microscópica de bacterias del intestino humano. Pacific Northwest National Laboratory / (cc) by-nc-sa 2.0